
Los niños jugaban a atrapar la luz. Escogiendo fotones con los que colisionar se encontraron de bruces con las ondas y en ellas saltaban a la velocidad de la luz. Buscaron entonces una cuerda para unir los fotones y las ondas pero no la encontraban y cambiaron de dimensión. Cambiaban y cambiaban y cada dimensión les ofrecía un juego diferente y cada juego una nueva búsqueda y en cada nueva búsqueda los niños tropezaban con la oscuridad, la oscuridad de los adultos.
Jose? 2008_09_24