
En la puerta había una gorra negra. En el comedor dos pares de zapatos y calcetines arrugados. En el sillón se arremolinaban tejanos y falda. En la cama camiseta rota arrugando la blusa. En el perchero equilibraba el tanga. En mí cuerpo abultaba el boxer, en el de ella restaba el sostén. Salté poseído de la cama al oír la puerta tropezar con la gorra, asomé la cabeza por el marco y dije mirando al suelo:
- hola mama, ¿viste mi gorra negra?
Jose? 2009_02_26
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