dimarts, 17 de febrer del 2009

Encuentro


Él, lleno de ardor y desprecio, pensaba en el final.
Yo intentaba alargar al máximo nuestro reencuentro.
Él deseaba dejar la vida y a mí.
Yo no podía traicionar mi juramento.
Él, postrado durante más de tres años, suplicaba caridad con la mirada.
Yo, llegado hace menos de cinco meses, suministraba ciencia y cariño.
Él, cuando quería vivir, balbuceaba doctor.
Yo, cuando quería morir, gritaba ¡papa!


Jose? 2009_02_11