
- Dime.
- ¡Psiii! Cállate Pedro.
- Sois un coñazo.
- No os liéis. Ya falta poco para que acabe.
- ¡Joder! nunca se puede hablar en esta mierda de conciertos.
- ¿Otra birra? – pregunto Sergio en una pausa entre tema y tema.
- Bueno.
- Valla pregunta más tonta, ya la hubiera pedido yo, pero como no se puede hablar…
- No me alborotéis, que sigue tocando.
- Ostia Joan, de buen rollo, pero no sé como nos traes aquí después de cenar.
- Es verdad, como soy, ¡manda guevos! Que dijo aquel. Sergio, pídeme esa cerveza y no tardes que yo no sé hacer callar a este.
Sergio se levantó con sigilo para no molestar más al pobre cansautor que llevaba luchando por nuestro silencio desde que entramos al local a medio concierto.
- Tomad las cervezas, a ver si así tenéis la boca callada y dejamos que acabe de tocar.
- Merçi- agradecí al sufrido de Sergio.
- Podías haber tardado un poco más ¿no? ¿Te las han fabricao?
- ¡Psiii! Cállate Pedro.
- Dejadme en paz, me tenéis artito.
El concierto acabó y el ambiente estaba caldeado. Pedro tenía incontinencia verbal, Sergio intentaba controlarlo todo y yo mediaba como podía. En cambio, Alberto estaba allí sin decir esta boca es mía, más que para aseverar cuando se le ofrecía otra cerveza.
- ¿Qué pasa Alberto? No te he escuchado la voz en toda la noche.
- ¿Qué le va a pasar? - Me interrumpió Pedro para variar. – Este calzonazos se ha quedado sin novia, sin curro y a este paso se va a quedar sin amigos.
- Cállate Pedro, ¿quieres dejarlo tranquilo?
- ¿Tranquilo? Eso es lo que es, un pasmarote sin más.
- Esta cerveza no té está sentado bien – dije sin pensar, pensando que iba a bajar un poco los humos.
- ¿Qué no me va a sentar bien? Lo que no me sienta bien es pasarme aquí casi dos horas escuchando a capullos cantar y sin poder hablar.
- ¡Ostia Pedro! No se seas así, un poco de cintura, con el tiempo que hacia que no nos veíamos y parece que solo quieras liarla.
- ¿Liarla? No me des. Este tío siempre hace lo mismo, mucha cenita, mucho buen rollo y luego nos trae aquí a morirnos de asco.
- Es por pasar un buen rato, ya sabes que Joan lo hace de buena fe.
- Déjalo, si lo entiendo.
- Ni buena fe ni pollas en vinagre.
- Tíos estoy hecho una mierda y vosotros siempre discutiendo de nada.- la voz fúnebre de Alberto nos paro en seco- No sé vosotros, pero yo me voy.
Salimos cabizbajos en busca de taxi y mientras esperábamos tuve una genial idea.
- ¿En dos semanas repetimos? - Pregunté iluso de mí.
- Mierda pa ti.
- No.
- Que no coño, pero… ¿y si nos tomamos otra aquí en la esquina?
Era la despedida de siempre, entre abrazos de aliento adulterado mientras cada uno cogía un taxi, prometiéndonos quedar más a menudo.
- Paso de vosotros. Pillo ese taxi, ahí os quedáis.
- ¡Pedro! Déjaselo a Alberto.
- Gracias y adiós-. Dijo Alberto.
- ¡Joder! Como está el amigo, bueno Pedro por ahí llega otro, cógelo.
- Eso eso, ahí os quedáis. Mira que suerte tenéis, detrás llega otro, os lo sorteáis, hasta luego.
- No te preocupes Sergio, coge este, no me importa esperar solo.
- Como quieras Joan, nos vemos en tres o cuatro semanas…-
Han pasado tres o cuatro meses y sigo yendo solo a los conciertos.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada