dimarts, 31 de març del 2009

La gota


Cerré la puerta despacio, sin hacer ruido, se despertó.
-¿a donde vas?- Me preguntó.
-A comprar tabaco cariño- dije sin pensar, siempre me gustó la frasecita.
-¡estás como una cabra! Son las siete de la mañana, es sábado y acabas de llegar apestando a todo, te lo podías haber pensado antes de subir, ¿no?
- Lo sé amor, pero el tabaco no espera, tú no te muevas, ahora subo.
Abrí la puerta despacio, sin hacer ruido. La bandeja, repleta de churros y chocolate calentito, temblaba en mis manos, la maleta en las suyas, también. Una vez más fue demasiado.




Jose? 2009_03_26