dimarts, 17 de març del 2009

Tejemaneje


Nos revolvía el pelo con cara de contento. Conectaba la esquiladora, le daba al interruptor y sus abigarradas manos nos trataban con destreza y cariño repasando de arriba a bajo nuestros cuerpos de bailarina que quedaban en segundos libres del tutú, la lana brotaba en calor.
El viejo amo se fue, la esquiladora murió con él. Nadie sabe como acariciarnos ni que necesitamos, nada consigue aquella lana acogedora, la máquina es fría.


Jose? 2009_03_12