Ordenaron colocarle
una venda en los ojos y uno a uno, fueron saliendo. Podía notar su corazón palpitar
solitario en la habitación, respiró profundamente, se tranquilizó, agachó la
cabeza y pareció resignarse a esperar su canita al aire. Dos horas más tarde se
abrió la puerta y nadie ordeno quitarle la venda, sólo escucho la voz de su
marido.
2013_06_02-
jose?
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