dijous, 30 de maig del 2013

Paréntesis

La vida de siete vidas
Un gato maullaba suavemente y miraba al interior del despacho. Hice como si no lo viera, pero insistía. Seguí trabajando en el portátil sin prestar más atención. Tenía que escribir 3 microrrelatos urgentemente, se me acaba el plazo, para variar y para variar, no tenía historia. Decidí contar su vida, la del gato, pero entonces iba a tener que escribir una novela, seguramente un drama, un drama clásico, un drama gatuno de gato callejero. Desistí, expliqué la mía:

Un escritor aporreaba las teclas del  portátil y, suavemente un gato le ronroneó desde la puerta del despacho. Lo animó a salir y el escritor pensó que era una buena oportunidad para liarse un cigarro. Lo hizo, salió, ronroneo con el gato y mientras consumía su vida, el gato le maulló la suya.

A ciegas
Nevaba, cómo casi siempre. La calle estaba tranquila, cómo casi nunca. En la radio sonaban las noticias, el temporal iba a arreciar durante la noche. Decidí cerrar, pero la chica del clavel en la solapa seguía esperando su cita, cómo cada viernes, nunca llegaba, nevaba.  

Exacto
La triste conclusión no puede ser, o mejor dicho, no se puede explicar. Las pruebas, refrendadas por los tres laboratorios de referencia, son claras. El misterio, que durante milenios movió a la humanidad, aclarado en una triste probeta. Estoy convencido que no somos, ni seremos los únicos en llegar a las mismas conclusiones, pero nuestros estudios serán silenciados, una vez más. Tanto científico sacrificado. La humanidad no puede conocer la auténtica naturaleza de su fe. Creo que ya me hace efecto la pastilla.

                                                                           2012_09_30- jose?