En un pueblo que se
llamaba Visavis no paraba de llover. Era un misterio, más aún que sus
habitantes fueran felices en su prisión de barrotes calados. En realidad no les
preocupaba, vivían muy tranquilos en su humedad permanente. Nadie se acercaba a
visitarles, nadie se mojaba por ellos, nadie excepto Magdalena y Jesús. Los
abrazaban, los amaban, les secaban los pies y los ungían con los mejores
aceites. Pero un día, Jesús y Magdalena, no acudieron a su visita mensual y
salió el Sol. Desde entonces están expuestos a la crueldad del visitante, sin
cariño y sin amor. Ahora, sus calles secas, se llaman Turistristan.
2012_04_15-
jose?
1 comentari:
Feia mil anys q no publicaves res! Molt tu!
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